Y así empezó todo,
siendo un sueño de guerra, un sueño profundo en el que el mundo había vuelto a
la desolación y al tormento. Casas destrozadas, sangre y huesos,
muerte alrededor.
Un pequeño hueco que
daba a una escalera me refugió y bajando profundo, muy profundo, encontré a un
amigo mío y a su hijo, con muchos otros desesperados en busca de refugio
seguro. Se hizo un silencio sepulcral y, a continuación, el estruendo
ensordecedor de una bomba, solo roto por la voz del pequeño, todos se giraron;"¿Qué
fue eso?", preguntó. Mi amigo lo tomó en brazos, lo acarició para tranquilizarlo,
pero, conforme a sus principios educativos, le dijo la verdad: "Fue una
bomba". "¡Qué suerte!", dijo el niño. "Yo creí que era un
trueno"
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